sábado, 26 de septiembre de 2015

Dolor con sonido dulce, abre la jaula de mi unicornio...

En estos días he estado pensando en lo mucho que, valga la renunciado, he pensado en el mundo; desde la insoportable mujer cara de vagina seca que vive en el primer piso de mi edificio (y que últimamente me ha hecho creer que soy la persona más feliz y amable del mundo) hasta cualquier otro personaje, conocido o no, que deambule por este mundo esparciendo su Síndrome de Deficiencia Neuronal Aprendida (podría llamarle a esto, simpáticamente SDNA).

Quienes me conocen, ya saben a qué me refiero: gente que ha elegido estar ciega, niveles más o niveles menos (aunque entre mayor la ceguera, peor el síndrome). He pensado demasiado en cuanto me molesta eso, y en lo difícil (imposible) que me resulta entender tal situación. Recuerdo que cuando era un escuincle, y mi madre me metía a cuanta pendejada religiosa hubiera cerca, veía a todas las doñas de los rezos pedirle cosas a su amigo imaginario, con devoción tal que yo mismo quería enfermarme como lo están (o estaban, si es que ya fallecieron) esas mujeres. Y sí, ahora sé que lo que pedía era enfermarme; vi a algunas de esas mujeres caerse desmayadas por el "poder de su oración", ahora estoy seguro que era más bien una especie de shock al que llegaban sus propios delirios, traumas y demás; pura predisposición. En esos días me sentía abandonado por ese "amigo imaginario" al que esas mujeres, incluída mi madre, le pedían cosas con total devoción. Ahora estoy seguro que simplemente nunca he estado tan enfermo (al menos, no en ese aspecto).

Quienes leen todas mis "quejas", y peor aún quienes conviven conmigo, sabrán que seguramente tengo varios problemas psicológicos, pero supongo que todos derivan de que siempre, aún antes de estudiar matemáticas, fui el tipo de persona que se hacía muchas preguntas, y que difícilmente compraba ideas solo "porque sí". Hasta el día, no solo mantengo esa forma de ser, pensar y actuar, sino que me he vuelto adicto a aplicarle principios lógicos al día a día, y esto realmente ha funcionado muy bien para superar ciertas situaciones que, dados mis problemas emocionales, se hacen más difíciles si no las ataco con la lógica más dura y estricta posible.

Sin embargo no todo es color de rosa; en el medio de toda esta tendencia a cuestionar el porqué de todas las cosas que me rodean, he generado una fuerte fobia a quienes han preferido cerrar los ojos e ignorar lo absurdo de muchas cosas que no solo abrazan como ciertas, sino que utilizan para crear más divisiones, y realmente detesto las divisiones. En realidad, no me gusta la raza humana como raza, ya que creo que es altamente peligrosa, destructiva y dañina y que será la escoria que acabará para siempre con este planeta. Odio la enorme capacidad que tenemos los seres humanos para hacer daño a cuanto ser vivo se nos cruza enfrente, incluído aquel que vemos en el espejo, y odio a la gente con SDNA que abraza su enfermedad y quiere contagiar o exterminar (física o emocionalmente) a quienes no padecemos tal cosa, y podría enumerar una larga lista de otras cosas que odio, pero no llegaría a mi punto.

He pensado demasiado en todo eso que odio, detesto y aborrezco, y me he olvidado de quererme un poco. He pensado demasiado en querer encajar, otra vez tal y como lo hiciera hace más de 16 años, y me he olvidado de darme gusto haciendo cosas que me gusten, y siendo como se me antoje (sin que esto implique meterme en problemas, claro, tampoco soy estúpido). Me he olvidado también de disfrutar la música que amo, de buscar sonidos nuevos, de escribir, de reír, de sentirme bien emocional y físicamente, y aquí es donde nuevamente mi lógica reclama y me cuestiona; se convierte en mi conciencia, habla fuerte, casi gritando, y arroja preguntas del tipo "¿para qué? ¿ha valido la pena? ¿te agrada estar enojado todo el tiempo? ¿te beneficia o perjudica en algo erradicar el SDNA del mundo?". Claro, esta última pregunta significa una especie de utopía si la respondo con un sí, porque sabemos que es imposible hacerle entender a quien está cerrado a cualquier cosa que implique encarar el miedo, así que mi conclusión apunta a que es suficiente con no volverme como ellos, y definitivamente creo que eso es algo fácil; no me sentiría a gusto agregando más desorden mental a mi desordenado cerebro.

¿Qué más haré respecto a esto? Definitivamente no lo sé, lo único que tengo muy claro es que la única persona a la que debo y necesito cuidar es al humano que aún soy, aunque cada día me esfuerce más y más por dejar de serlo. Es probable que pronto deje Guanajuato, lo que significará (quizá) una oportunidad de conocer una ciudad nueva, cambiar de aires, enojarme de nuevo con la gente (porque en general, ya dije que la raza humana no me guste), amargarme y enojarme como lo estoy ahora, o más, pero... ¿Por qué no dejar todo hasta la parte en que mencioné el cambio de aires, y agregar cosas como seguir creciendo como profesionista? Quizá la gente no es tan horrible, aún cuando creo que lo son, solo debo dejar de ver en ellos todo lo que odio de mí, y quizá mantener una distancia prudente.

Mientras sigo pensando en eso, hoy tengo una cruda marca "el infierno está de fiesta en mi cabeza", pero por fortuna tengo esta grandiosa canción para relajarme mientras la fiesta infernal se termina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario